viernes, 17 de agosto de 2007

Cambio climático y la ciencia

El Clima y los Negocios

Tras haber batallado durante casi 20 años contra la existencia del calentamiento global, los centros del poder mundial están virando rápidamente de posición y se reinstalan al frente de las políticas de adaptación al cambio climático, pero todo sigue siendo una forma de hacer negocios y las alternativas pueden ser peores que lo experimentado hasta ahora.

por Víctor L. Bacchetta
Brecha-Uruguay- 17/08/2007

A la altura en que los datos y los estudios científicos empezaron a advertir la grave amenaza de las crecientes emisiones sobre el planeta de gases de efecto invernadero, sectores de la industria trasnacional, con las mayores empresas petroleras a la cabeza, desataron una operación en gran escala de propaganda y de presión política, a todos los niveles, con el fin de impedir las restricciones en la producción y el consumo de combustibles fósiles.

"Desde fines de los años 80, esta bien coordinada y bien financiada campaña realizada por científicos, grupos de especialistas liberales y sectores de la industria contrarios ha creado una niebla paralizante de duda en torno al cambio climático", dice la revista estadounidense Newsweek en su última edición, que compara esta eficiente 'máquina de negación' (denial machine) con la estrategia utilizada por la industria tabacalera para ignorar los efectos del cigarrillo sobre la salud humana y postergar las políticas contra el tabaquismo.

El comienzo de esta campaña se remonta al proceso preparatorio de la Cumbre de la Tierra, en donde se iniciaron las discusiones para la Convención Marco sobre el Cambio Climático que se aprobaría en 1992.
El primer éxito de la campaña consistió en lograr que este tratado no impusiera reducciones obligatorias de las emisiones de dióxido de carbono. Y fue así que, en Rio de Janeiro, con la gravitación decisiva de EE.UU., los gobiernos acordaron recomendar reducciones voluntarias, que no tuvieron mayores efectos prácticos.

De ahí en adelante, la 'máquina de negación' se dedicó a financiar institutos de investigación y académicos 'escépticos' dispuestos a cuestionar, en nombre de la ciencia, la amenaza de un cambio climático cercano y, mucho menos, provocado por la actividad humana. Aparte de tratar a los ambientalistas como fanáticos ciegos, su objetivo principal era relativizar las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC), creado en 1988 en el marco de la ONU para coordinar las evaluaciones científicas al respecto.

Primero aseguraron que el planeta no se estaba calentando, que los datos eran incorrectos. Luego sostuvieron que el calentamiento era natural, que podía ser causado por tormentas solares, pero nunca por la actividad humana. Últimamente, afirman que el cambio es menor y que no produciría daños considerables. No precisan convencer, basta con establecer que existen suficientes discrepancias como para justificar la abstención o la negativa a adoptar medidas restrictivas que afecten a sus actividades económicas y comerciales.

Habiendo sido la mayor reunión de jefes de estado de la Tierra, la Cumbre de 1992 generó la expectativa de que el Programa 21 y las convenciones aprobadas permitieran revertir la crisis ambiental del planeta. Las cumbres Rio+5, en 1997 en Nueva York, y Rio+10, en 2002 en Johannesburgo, constataron que la crisis era mayor y que ésta se agudizaba a un ritmo más rápido del previsto, pero las recomendaciones del Programa 21 seguían en el papel. Dicho en otros términos, la 'máquina de negación' seguía ganando la batalla.

Dentro de la convención de cambio climático, los gobiernos aprobaron en 1997 el Protocolo de Kyoto, que entró en vigencia recién en febrero de 2005, después de ser ratificado por 55 naciones que sumaban 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo del protocolo era reducir un 5,2% los niveles de emisiones de 1990 antes de 2012, pero a pesar de ser insuficiente para revertir el problema, con la negativa de Estados Unidos a firmarlo y la ausencia de China, esa meta está lejos de llegar a cumplirse.

La 'máquina de negación' contó siempre con un sólido respaldo de Estados Unidos, el FMI y el Banco Mundial. Anne Krueger, ex economista jefe del Banco Mundial y número dos del FMI entre 2000 y 2006, decía en 2003: "Tomemos esta inquietud inmemorial de que un crecimiento rápido va a agotar los recursos de combustible (...) Las reservas de petróleo pueden durar 40 años (...) cuando lleguemos a 2040, la investigación y el desarrollo habrán tenido nuevos avances en la producción y la utilización de la energía".

En 2004 y 2005, el mundo sufrió una serie de catástrofes naturales de fuerza inusual, siendo las mayores el tsunami en el Océano Índico, el terremoto en Pakistán e India y el huracán Katrina en el sur de EE.UU., con 180.000 y más de 100.000 muertes cada año y pérdidas económicas inéditas. En 2006, las elites del Norte se conmovieron ante la elocuencia para explicar y encarar la crisis de dos ilustres miembros, sir Nicholas Stern, asesor económico del gobierno británico, y Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos.

"Todos los países serán afectados. Los más vulnerables --los países y poblaciones más pobres-- sufrirán más y más temprano, aunque hayan contribuido mucho menos al cambio climático", dice Stern. Admite incluso que el hecho es "el fracaso más grande del mercado que el mundo haya conocido e interactúa con las otras imperfecciones del mercado", pero su objetivo es mejorarlo, hacer que se destinen los recursos suficientes a la reconversión industrial y al medio ambiente para mantener el crecimiento económico (1).

Stern explica que la protección del medio ambiente ofrecerá un nuevo nicho de mercado al sector privado para obtener beneficios y argumenta que dado que los países en desarrollo contaminan menos que los países industrializados, sufriendo al mismo tiempo más los efectos del calentamiento global, podrán vender a los países ricos derechos para seguir contaminando. Por esta vía, con las ganancias provenientes de la venta de esos derechos, podrán financiar la reparación de los daños sufridos por su población.

Un "best-seller", una película y un Oscar, entrevistas, conferencias y conciertos de rock con millones de personas en los siete continentes: Gore dice que es una campaña de tres años para concientizar al planeta. Aclara, no obstante, que "el liderazgo estadounidense es una precondición para el éxito". Y remata, como Stern: "ciertamente, habrá nuevos empleos y nuevos lucros, ya que las empresas se mueven agresivamente para capturar las enormes capacidades económicas ofrecidas por un futuro energético más limpio" (2).

El presidente Bush, en su discurso de 2006 ante el Congreso, exhortó a frenar la "adicción" de Estados Unidos al petróleo y propuso reducir en 15% su consumo en el país. "Dejemos el debate sobre si los gases de efecto invernadero son causados por la humanidad o por causas naturales; vamos a enfocarnos solamente en las tecnologías que puedan resolver el problema", agregó. Poco después, el gobernador de Florida, el ministro de Agricultura de Brasil y el presidente del BID lanzaron la Comisión Interamericana del Etanol.

El mismo año, un informe del Banco Mundial admitió, sin ninguna autocrítica, la existencia de "un aumento de las catástrofes relacionadas a la degradación del medio ambiente a lo largo y a lo ancho de todo el planeta". El Banco reconoció que el calentamiento global, la deforestación y la erosión del suelo han aumentado la vulnerabilidad de regiones enteras. Coincidentemente, representantes del FMI comenzaron a expresar preocupación por "las profundas repercusiones macroeconómicas y fiscales del cambio climático".

En marzo de 2007, la Comisión Europea decidió que para 2020 el 10% del combustible utilizado para el transporte (con exclusión del utilizado en la aviación) en toda la UE sea fabricado a partir de colza, maíz, remolacha azucarera, palma aceitera, caña de azúcar y soja. Las decisiones de EE.UU. y la UE van acompañadas de importantes programas de incentivo a la producción de biocombustibles en todo el planeta. En el Banco Mundial ya tienen el nuevo enfoque, ahora vamos hacia "la economía de bajo carbono".

Desde la Cumbre de la Tierra se viene apostando a la fuerza del mercado. En ese momento se llegó a estimar en 600.000 millones de dólares las oportunidades abiertas por la puesta en práctica del Programa 21, que marcaba la senda del desarrollo sustentable. Todo indica que, si se trataba de negocios, la ganancia estuvo del lado de los 'escépticos'. "Nosotros --todos nosotros-- enfrentamos ahora una amenaza universal", enfatiza Gore. Pero si siguen imperando los negocios, ¿quién asegura que el mercado no vuelva a fallar?

No son pocas las advertencias de que la nueva carrera comercial para producir energía a partir de la agricultura acelerará la deforestación, provocará hambrunas, expulsará a los pequeños agricultores de sus tierras y hará más pobres las regiones del planeta que ya lo son. Incluso en Europa y EE.UU. se registran enormes subas de precios de los alimentos. "Vamos muy rápido con los biocombustibles. No hay tierra que satisfaga tanta demanda proyectada", dijo Michael Toman, ex asesor del presidente Bill Clinton.

El problema parece ser no sólo de velocidad. "Cada año usamos una cantidad por valor de cuatro siglos de plantas y animales. La idea de que podemos reemplazar este legado fósil por energía ecológica es ciencia ficción. No hay sustituto.", explica el profesor y periodista George Monbiot (3). Día a día se descubren nuevas fuentes de energía, la grasa de vaca, restos de pescados, etc. Al final, todos somos combustibles, pero la ecuación del carbono no cierra. ¿El mayor enemigo de la humanidad será ahora el carbono?

Un informe del Pentágono

Cuando la posición oficial de Washington era todavía de rechazo a la posibilidad del cambio climático como consecuencia del calentamiento global, el Pentágono (Ministerio de Defensa) encomendó a dos especialistas un estudio denominado "Un escenario de cambio climático abrupto y sus implicaciones para la seguridad nacional de Estados Unidos". El informe fue entregado en octubre de 2003 por Peter Schwartz y Doug Randall, consultores de grandes empresas, gobiernos y otras entidades en planificación estratégica y toma de decisiones en situaciones de desafíos comerciales, sociales y ambientales complejos.

"Hemos creado un escenario de cambio climático que aunque no sea el más probable, es plausible, y podría ser un desafío para la seguridad nacional de Estados Unidos de formas que deberían ser consideradas de inmediato", dicen los autores. Al trascender la existencia del informe, no se le dio mayor difusión, pero ante la evolución de los
hechos, el escenario imaginado puede haberse vuelto más probable y las hipótesis resultantes más plausibles. El posible evento es la llamada 'pequeña glaciación', que sirve de base también al filme de ciencia-ficción titulado "El día después de mañana", estrenado en 2004.

El informe señala que tales condiciones podrían desestabilizar el contexto geopolítico y llevar a incidentes armados y guerras por la escasez de alimentos, decreciente acceso y calidad del agua potable y cortes en el abastecimiento de energía. Las prioridades de la defensa podrían generar nuevas alianzas al pasar a primer lugar los recursos para la sobrevivencia, antes que la religión, la ideología o el honor nacional. Por último, el informe recomienda acciones para anticipar y
prevenir la eventual ocurrencia de tales hechos y, por sus graves consecuencias, elevarlas al nivel de preocupación de seguridad nacional.

"Existen hoy algunas indicaciones de que el calentamiento global ha alcanzado el umbral en que la circulación termohalina podría comenzar a ser impactada en forma significativa. Estas indicaciones incluyen observaciones que documentan que el Atlántico Norte está siendo refrescado crecientemente por el derretimiento de los glaciares, crecientes precipitaciones y corrientes de agua dulce que lo hacen
sustancialmente menos salado en los últimos 40 años", decía el informe en 2003. En 2007, estos factores son más notorios.

Los "escépticos" de Exxon

Una investigación de Newsweek informó que la trasnacional estadounidense ExxonMobil, la tercera mayor empresa del mundo, con ganancias anuales en torno a 17.000 millones de dólares, ha estado usando una parte de ese dinero para generar confusión en la discusión pública sobre el cambio climático y sabotear las evaluaciones del
PICC, que cuentan con el trabajo de más de 2.000 científicos provenientes de 100 países.

La revista estadounidense afirma que centros y asesores vinculados a la Exxon pagaban en febrero de este año 10.000 dólares a científicos interesados en escribir un artículo contra los últimos informes del PICC. Newsweek dice que muchos "escépticos" de las emisiones de efecto invernadero han sido tradicionalmente financiados por la industria del carbón y nombra a Fred Singer, Patrick Michaels, Robert Balling y Sherwood Idso.

Newsweek corroboró así denuncias que vienen haciendo desde hace años organizaciones ambientalistas de distintas partes del mundo. En particular, las realizadas por Greenpeace Internacional, que mantiene a disposición del público por Internet una base actualizada de datos sobre instituciones y personas vinculadas a esa posición que han recibido más de 22 millones de dólares de la gran petrolera
(http://www.exxonsecrets.org/).


Notas:
(1) "Stern Review on the Economics of Climate Change", octubre de
2006. (http://www.hm-treasury.gov.uk/independent_reviewscfm).
(2) Citas del artículo de Al Gore "Indo além de Kyoto" (Más allá de
Kyoto), en la revista Eco'21, Edición 128, Rio de Janeiro, julio de 2007.
(3) Autor de "Heat: How to stop the planet from burning" (Calor: Cómo
evitar que el planeta se queme). South End Press, 2007
(http://www.monbiot.com/).

No hay comentarios:

Encuentra con Google

Google
 
Web ecologiasocialuruguay.blogspot.com

Buscar en Archivo E.S.U