viernes, 10 de agosto de 2007

Forestar en Uruguay...

ALTERNATIVAS A LA FORESTACIÓN

El conflicto con Argentina por las plantas de celulosa desvió los ejesprincipales de un debate que liga lo político y lo ambiental. Poco ynada se habla hoy sobre los problemas que trae el modelo forestal parael desarrollo local, algo que vienen denunciando desde los añosnoventa varios grupos ambientalistas uruguayos.


Por Víctor L Bacchetta
Semanario Brecha - 10/8/07
Uruguay


La organización Redes-Amigos de la Tierra Uruguay es uno de los gruposambientalistas locales que cuestionaron la política forestal desde suinicio. Brecha entrevistó a la socióloga María Selva Ortiz, oriunda deTacuarembó, casada y con dos hijos, que integra Redes hace 16 años ycoordina sus campañas públicas.

—¿Cómo funciona el grupo nacional de una organización ambientalistainternacional?

— Amigos de la Tierra Internacional es una federación presente en 65países. Los grupos en cada país tienen independencia en cuanto a lastemáticas que trabajan y la forma cómo se organizan. En Uruguay somosuna ONG de acuerdo con las leyes del país.

—¿Qué los llevó a empezar a enfocar en Uruguay el tema de la forestación?

—A principios de los noventa, cuando comenzamos a analizar junto conotras organizaciones los impactos ambientales, sociales y económicosde la forestación, ya se veía lo que está pasando hoy y el errorpolítico de haber adoptado este modelo para el país.

—¿A qué error político se refiere?

—En ese momento, Luis Stolovich hizo estudios que mostraban desde elpunto de vista económico el error de dedicar las tierras agrícolas delpaís a la forestación. Tenemos tierras muy fértiles en un planeta enel que cada vez, a pesar de aumentar la frontera agrícola, se reducenmás las áreas dedicadas a producir alimentos. Uruguay está destinandosus tierras a plantar árboles, cuando en el mundo se valoriza cada vezmás la producción de alimentos. Entre el valor de una tonelada demadera y una de carne no hay comparación. Además estaban todas lasexternalidades de este modelo: subsidios, exoneraciones impositivas,créditos blandos, desgaste de la red vial, costos que eran asumidospor el Estado y recaerían sobre la población.

—Si desde comienzos de los noventa empezaron a movilizarse, ¿québalance hacen de todos estos años de campañas de información ycuestionamientos a este modelo?

—Sucedió lo que decíamos que iba a pasar. En el libro Forestación, ¿unnegocio para quién?, que publicamos en 1996 con otras organizaciones,pronosticábamos una serie de impactos. Hace dos o tres años, por unaradio, Rosario Pou estaba reclamando, en nombre de la Sociedad deProductores Forestales, más apoyo aun, para que les resolvieranproblemas como la caminería, el riesgo de incendios. Nosotros dijimosa principios de los noventa que esto iba a pasar y las empresas enaquel momento lo negaban totalmente.A su vez, hay otro indicador. En las audiencias públicas de lasplantas de celulosa hechas en Fray Bentos, en donde participaron unas600 personas, los ambientalistas no tuvimos que hablar, porque lagente del lugar (Río Negro y Soriano) planteó las cosas que nosotrosveníamos denunciando hace diez años. O sea, a pesar de que el modelose ha ido consolidando, creo que hay una gran conciencia en la gentede que no le sirve a Uruguay y a los uruguayos.

—No obstante, estamos a unos meses del inicio de operaciones de laplanta de Botnia y el gobierno no parece estar dispuesto a frenar suinauguración.

—Creo que los uruguayos nos hemos cuestionado el modelo de país quetenemos, por algo se votó un cambio, por algo llegamos a una crisistan fuerte. Y el modelo forestal es parte de ese modelo de país. Sinembargo, no sólo no hemos cambiado el rumbo sino que este gobierno hadado un respaldo mucho más fuerte al modelo forestal. Los productoreshistóricos cercanos a las plantaciones, gente que conoce el campo,están sufriendo los impactos, se sienten perjudicados y no tienen aquién recurrir. Se sienten absolutamente impotentes para revertir unproceso que los está agrediendo y que los presiona para irse.

—¿Tienen algún ejemplo?

—Productores de Tacuarembó cercanos a las plantaciones forestalestienen graves problemas con sus corderos ya que los jabalíes les matanlas crías. En la zona de Lambaré, cerca de Laureles, en Bañado deRocha, un productor tenía 60 ovejas con sus crías, pero en una nochelos jabalíes le mataron 55 corderos y a su vecino unos 35. El problemasiguió, a un promedio de cinco o seis corderos por noche, a pesar deque salieron a matar jabalíes. Esto es una pequeña muestra. Unapérdida económica que nadie va a cubrir, a la que se suma la falta deagua en el verano. Muchas veces los productores se sienten cada vezmás presionados por los problemas económicos y tienen a una empresamultinacional ofreciéndoles cada día más dinero por sus campos. Estagente no quiere irse, son productores como todavía quedan en Uruguay,que se hacen los abrigos con la lana de sus ovejas, pero lascondiciones son cada vez más inhóspitas.

—¿Cuáles son las perspectivas?

—En primer lugar, esto es un cuestionamiento como país. En esteinvierno estamos viendo cómo sube el precio de la carne y de otrosalimentos básicos para la gente común. En un país productor dealimentos, estamos enfrentando problemas alimentarios. El ministro deGanadería dice que hay que seguir exportando carne porque esto es loque sostiene a la economía nacional, pero las mejores tierras se estándedicando a monocultivos de pinos, de eucaliptos o de soja, que noestán destinados a la alimentación humana.Por otro lado, si miramos el país a futuro. ¿Cómo podremos colocarnosfrente a las demandas de los mercados internacionales dentro de cincoo diez años? Hoy ya están pidiendo alimentos de calidad, naturales,certificados, en un mundo en el que hay una crisis muy fuerte en sucalidad. Nosotros podríamos ser un país particularmente apropiado paraalcanzar una buena posición en este campo. Si nos demandan más carne, más lácteos, ¿qué vamos a ofrecer? ¿Celulosa?

—¿Este modelo es elegido por el país o impuesto al país? ¿Cuál es sulógica?

—Este es un modelo que viene desde afuera debido a la presión de labanca multilateral, el Banco Mundial, y Europa. Es fruto de unasociedad de consumo que cada vez requiere más papel, incluso para usossuperfluos, y que a su vez no quiere dentro de su territorio estasindustrias. Entonces, lo bueno es trasladarlas a otras zonas. Sellevan la materia prima, que es la celulosa, y la fabricación depapel, el valor agregado más importante y de menor impacto, la hacenallá. La parte sucia, que son los impactos sociales y ambientales delproceso, la dejan para nosotros, el vecino de atrás.

—Estas empresas dicen que su actividad en el país es social yeconómicamente beneficiosa, así como ambientalmente sustentable. ¿Es un doble discurso?

—Hace poco estuve con un periodista finlandés que había visitado laplanta de Botnia y otros lugares. Yo le contaba que estas empresas nopagan ningún impuesto en toda la cadena productiva, no pagan cuandoplantan los árboles, ni cuando construyen la fábrica en una zonafranca, y además tienen un puerto para sacar la producción. Elperiodista me preguntó: "¿Pero esto es igual que la United Fruit?". Esto es economía de enclave del siglo xxi, le dije. El problema es que es una economía de enclave con un gobierno de izquierda. Los europeos,muchas veces, no entienden por qué estas empresas cuando entran con laproducción en sus países pagan impuestos pero aquí no lo hacen. Es ungran negocio para estas compañías, no para nosotros.

* Esta nota forma parte de una serie de entrevistas que el autorrealizó a representantes de ong y diversos investigadores en laperspectiva de la inminente puesta en funcionamiento de la planta de
celulosa de Botnia.

(por favor, en caso de reproducción, citar la fuente: Semanario Brecha, de Uruguay, 10/8/07)

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