lunes, 6 de agosto de 2007

¿Todavía no tenés Celular?

Un cuento que no es tan cuento...


Organismos uni y pluri Ceulares

Cuando entré en la carpa más grande de la fiesta al aire libe y miré a mi alrededor, por un momento más un instante (éste más largo que la propia eternidad en años), me paralicé estupefacta como si me hubiesen desconectado o algo así, para luego volver a reaccionar y por fin entender que evidentemente estaba en medio de un gran parto múltiple y quizá el más importante desde que yo misma abrí los ojos.

Estaba naciendo allí y en el resto del tercer mundo (porque en el primero los de la misma camada ya están casi veteranos), una nueva generación de jóvenes híbridos, seres humanos realmente vivos y archi enérgicos; mitad y aparentemente humanos, mitad y aparentemente máquinas; casi androides racionales y algunos hasta sentimentales.

Pero en realidad no era eso lo más sorprendente del momento sino más bien el hecho de poder ahora percatarme de que lo que tenía enfrente no era nada nuevo ni mucho menos, y de que simplemente se trataba de algo que yo, hasta ese momento, no había sido capaz de notar.

Enseguida saqué de mi bolso el espejito con forma de sol que llevo conmigo a todas partes, y alejándolo hasta la extensión máxima de mi brazo, lo terminé ubicando en donde pudiese abracar casi todo el reflejo de mi cuerpo.

Observé la figura del espejito, me vi y entonces entendí ¡es que casi era como una más! Solamente me faltaban algunos detalles y ya nunca más volvería a ver lo que en ese momento fui tan afortunada de ver; ya nunca más podría ser algo “raro” para mi, porque yo misma terminaría transformándome en un miembro más del clan...

Generación de pocas palabras y gestos; de mucha apariencia y plástico; de todavía más tecnología y gimnasio; de menos crítica y más protesta; de más roce y menos caricia; de más “contactos”, menos vínculos y lazos.

Gente que sin querer saber es víctima de las brutalidades empleadas e impuestas por los dirigentes de la gran aldea global en la que viven. Para la mayoría de los más nuevitos, la represión es sinónimo por ejemplo de que no les permitan usar la ropa preferida de los hermanos mayores, o de que no puedan tomar alcohol cuando van a bailar, y ni que hablar de que ya con quince años todavía no los dejen irse con los amigos de vacaciones por al menos unos veinte días.

Y si bien están también aquí los que van contra la corriente (cosa que me parece digna de destacar por el solo hecho de cuestionar y reaccionar), igualmente hay que hacer muchísimo esfuerzo como para encontrar aquel que haya sido lo suficientemente fuerte como para soportar todas estas presiones sin siquiera despeinarse el peinado despeinado de última moda, ni haber tenido que comprar gel efecto mojado o en el caso de ellas, una planchita.

Sé que son muchos los que temen el terrible castigo de ser desplazados, o lo peor de todo, verse y sentirse más que out con respecto a los demás...aunque dicho sea de paso tampoco sepan bien que quiere decir esa palabra.

Se les hace difícil vivir al margen de las compras básicas de adornos súper útiles para sus habitaciones, casas, indumentarias, mascotas, y vehículos; temen que se les pase la temporada de liquidación y se apuran a comprar de todo por las dudas. Si algo aprendieron de sus padres, esto es a ser ante todo pre-ve-ni-dos.

Aprendieron a decir primero mamá y casi en seguida prevención; prevenir enfermedades curables y terminales, prevenir embarazos no deseados, prevenir enfrentamientos con la autoridad, prevenir discusiones aunque sean realmente contundentes, prevenir la caída del cabello, prevenir las canas, las arrugas, la celulitis, el stress; prevenir, prevenir y prevenir.

Por otra parte son gente libre de elegir ser libres pero igual prefieren actuar, en su mayoría, de acuerdo a las condiciones de comportamiento de impone su barra de iguales, esa que tanto los cuida, ampara, defiende y protege en casos extremos.

Sin ánimo de ofender para los que se sientan identificados, pareciera como que todos tuviesen un mismo hobbie, jugar a ser, y a hacerles creer a los demás que son: rebeldes (y capaz que sí lo sean, pero no justamente contra lo que ellos creen que lo están siendo); adoran salir a la calle vistiendo el último modelo de remera o accesorio con la cara plasmada de Ernesto, “iconeada for ever” como le digo yo.

No tienen ni la menor idea de lo que significa la política, es más, ni siquiera la consideran importante, pero bien que saben usar y abusar de las de convencimiento a la hora de hacerles invertir a sus progenitores en ese autito que dicen tanto necesitan para ir al liceo, a la facultad, o para hacer los mandados largos cada vez que llueve, los que por supuesto, con tal de que sigan ese buen y esforzado camino, hacen cualquier cosa que esté a su alcance para complacerlos.

Son sumamente inteligentes y les fascina estar y vivir comunicados entre ellos, obviamente a su manera no? Prácticamente no se caracterizan por utilizar muchos términos al hablar, sino que muy por el contrario se limitan a unos pocos que suelen reiterar sin aburrimiento como por ejemplo: ¿entendés?, “más bien”, “vos manejáte”, “todo bien”, “tá demás”, “tipoooo...”; términos que además se repiten una y otra vez también en su escritura ya casi primitiva por tanta abreviatura.

No escriben cartas, y tampoco consideran muy importante que digamos que el Correo esté de paro, claro, no se explican en qué les afectaría la ausencia de un servicio de esta categoría; sin embargo casi no podrían vivir sin mandarse correos electrónicos diariamente, y hasta en varias ocasiones los he pescado enviando mensajes de texto desde un celular al os amigos que les están haciendo señas desde el boliche de enfrente.

Los que no tienen muchas posibilidades de viajar, ven el mundo de lejitos nomás a través de esa gigantesca ventana virtual de la T.V. satelital o de la del Dios Todopoderoso Internet que llegó hasta su propio telefonito portátil que dicho sea de paso hasta te saca fotos y todo!...¡¿Quién dijo que ellos no se comunican?!...

En un principio hasta yo me enfervoricé y lo pensé así, pero el paso del tiempo ya me convenció de mi enorme equivocación, y hoy estoy convencida de ser un real vejestorio incapaz de comprender que verdaderamente sean ellos los cerebros creadores de este nuevo y real mundo de ficción tan original...

La fiesta continúa, la envolvente e inconclusa música sigue haciéndolos bailar, aunque esta vez ya me incluyo a pesar de este pequeño lapsus. Todos van moviéndose como al unísono, al igual que una antigua tribu en torno al fuego, no se detienen ni un segundo en el que está a su lado; a veces se miran, sonríen como en un trance, se besan, y así se hablan; o por lo menos así lo hacen antes de que irremediablemente algo desde su bolsillo emita una vibración conocida y rompa definitivamente el hechizo, por supuesto generando otro diferente.

Creo que ya no necesito más de mi pequeño espejito con forma de sol; me resigno a lo que soy, a mi misma, y me dejo hipnotizar nuevamente por las fluorescencias intermitentes de los rayos de colores que invaden la gran carpa central en donde me encuentro aún; de pronto un zumbido por demás familiar vuelve a alertar mis sentidos: ...si quién habla?...ah qué hacés?!...tanto tiempo…¿y tus cosas?...yo todo bien por suerte...

Lic. Leticia Chocho

(Por favor citar fuente en caso de reproducción)

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